miércoles, 23 de abril de 2008

Proximas exposiciones en España

Las fechas de las dos últimos aun no están confirmadas. -ARTIUM, Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco. 8 de mayo. -Universidad Complutense de Madrid. Junio. -Fundación Arte y Gastronomía. Junio.

lunes, 14 de abril de 2008

Graffiteros españoles I

Suso33



No se puede hablar del graffiti en España sin mencionar Suso33, todo un referente. Lleva pintando las calles de Madrid más de 20 años, fue pionero del graffiti iconográfico, escuela que en los últimos años se ha convertido en la dominante a escala global.
Desde 1984 lleva utilizando la calle como soporte y medio de expresión. Por lo que más se conoce su obra es por la experimentación con el lenguaje en su contenido, forma y medio (caligramas, iconos, serigraffiti…) Alcanzó la popularidad con su icono “la plasta” o “la mancha de pintura”, su seña de identidad. Desde los años 80 ha sentido que el graffiti se escapa al espacio y al tiempo, percepción que hoy por hoy se sigue manteniendo en el panorama graffiti internacional.




Ha paseado sus aerosoles por incontables exhibiciones y exposiciones en España y en el resto de Europa. Ha realizado también numerosas entrevistas y reportajes en medios tanto nacionales como internacionales (TVE, El País, Canal +…) y en libros y revistas especializados de gran relevancia. Ha dictado conferencias de su trayectoria en universidades, centros de arte y museos de todo el país. Es además asesor técnico de la importantísima marca de aerosoles Montana. Su último proyecto, “Pintura escénica de acción”, es todo un despliegue de escenografía y color, donde la influencia de la danza, el teatro y el vídeo arte son primordiales.



Suso33-vídeo-Anxiety

Zosen



Se define a sí mismo como un trotamundos. Comenzó haciendo firmas en la calle en Buenos Aires (Argentina), su ciudad natal, pero en 1990 se trasladó a Barcelona (España), donde tomó contacto con el graffiti hip-hop y comenzó a realizar obras de mayor calidad y originalidad, hasta hacerse un nombre y un hueco entre los mejores artistas callejeros del país. Fue uno de los representantes del mítico grupo de arte urbano “crew ONG”, fundado en 2001 junto con otros artistas. Un proyecto donde cada acción fue para Zosen como un taller experimental de creación total en la calle.

Sus campañas suelen estar marcadas por reivindicaciones políticas como son la crítica al sistema y la liberación animal, como la campaña del “Tofu Pax” www.tofulines.tk , reivindicando el vegetarianismo, el street art, la autogestión…. Además de ser un graffitero consolidado, también utiliza la performance como medio de expresión que le permite dar más de sí mismo en cada acción que realiza. Zosen es sin duda, uno de los artistas callejeros más punteros, activos y comprometidos del momento.



Más sobre Zosen en: Zosen _Myspace




El Tono y nuria

El Tono, mural



El Tono y Nuria, son dos graffiteros que trabajan juntos. Eltono, de origen francés, comenzó haciendo graffiti de letras en 1989 en el noroeste de París. Entre 1992-1993 empezó a utilizar la firma "Otone". Lleva trabajando con pegatinas y posters desde finales de los 90´s. Se dedicó a pintar vías de tren y autopistas hasta 1999, año en el que llegó a Madrid. Nada más instalarse, cambia su "tag" (firma-graffiti) para añadir un "el" delante para darle un sabor más local. Sus primeros seis meses en España los dedica a invadir de pegatinas y bombardear metódicamente la capital con graffitis de spray eligiendo estratégicamente los sitios. Y es precisamente en el centro de Madrid, con su saturación de firmas, lo que le empujó a modificar su manera de actuar en la calle. “Lo que me interesa es atraer la atención de los transeúntes y educarlos. Quiero que realmente se den cuenta de lo que la gente es capaz de hacer “, dice El Tono. “La calle es el medio más accesible y directo de expresarme que conozco (…) El dibujo no se basa sólo en la pintura, sino en todas las formas y movimientos, en el edificio, la pared, el barrio (…) Para no seguir siendo una de tantas firmas invisibles a los ojos de todos cambia de medios y deja el spray por la pintura plástica y la cinta de carrocero. Algunos de sus últimos trabajos se desarrollan bajo el concepto de dar prioridad al soporte, sin anular lo existente. Es más, crea una simbología nueva, buscando destacar el ambiente de esos espacios que pasan desapercibidos para el viandante. Este trabajo lo ha desarrollado en lugares como una favela en Río de Janeiro, Oslo, Seúl, Venecia, Tokio o París. Junto a su compañera Nuria sigue desarrollando la simbología que le permite encontrar el equilibrio entre intervención, sencillez y respeto, eso sí, buscando siempre la reacción del peatón.
Además, El Tono realiza trabajos para exposiciones en galerías de distintas partes del planeta. Todos sus trabajos los podemos ver en su web:

www.el tono.com

El Tono y Nuria

jueves, 10 de abril de 2008

Historia del graffiti en España

Muelle y la historia del graffiti en España
Los inicios del graffiti en España, más precisamente el Madrid de La Movida de los '80 y el del personaje más representativo de la época MUELLE.




Muelle se impuso en el Madrid de los años ochenta sólo por su apodo convertido en rúbrica, una firma donde no había demasiados propósitos artísticos. La espiral terminada en punta de flecha que hacía de vector a la lectura bajo las letras, no era apropiadamente un dibujo, sino un recurso caligráfico bastante elemental.
A la larga, no tuvo mucha fortuna en aquello de colocar su creación (en realidad su nombre), tener un galerista, probar con otros soportes. Soñaba Muelle con derechos de autor, con tener un buen local y mejores instrumentos para ensayar con sus colegas del grupo de rock donde tocaba; soñaba con poder hacer en una imprenta de verdad aquellas pegatinas que esmeradamente coloreaba a mano , y soñaba buscando incansablemente el muro limpio que se viera bien al pasar (como su última obra importante: la firma a seis colores en la M-30, ya borrada). Sus cálculos en las estaciones del subte le crearon enemigos, tanto entre el funcionario del metropolitano como entre los propios chicos del graffiti, ya que había quien iba detrás para emborronar la obra o algún imitador, que siempre detectaba.

Lo que Muelle no previó jamás es que su firma se iba a quedar como parte de una geografía de la que se participa sin conciencia y con mucha prisa. La firma de Muelle se ve pero no se mira. Con algo de buena voluntad, algo habrá de conservar, que hoy, arrancar trozos de muro pintarrajeados y guardarlos, tras lo de Berlín, no resulta nada raro. El que tenga un Muelle que lo cuide. Ya no habrá más.
Juan Carlos Argüello, Muelle, murió a los 29 años víctima de un cáncer. El profeta de los grafiteros castizos, que adornó el Madrid de la segunda mitad de los ochenta con su peculiar marca, alumbró a toda una pléyade de guerreros del aerosol que usaban los muros de la ciudad para expresar una actitud y una ética distintas a las convencionales. Ahora, después de miles de pintadas, la herencia mural de Muelle es escasa. Pero el concejal de cultura está dispuesto a exhibir alguna de sus obras si recibe solicitudes para ello. Sería un homenaje póstumo al artista callejero que dió bastante trabajo a otro servicio municipal, el de Limpiezas. Un empleado de ese departamento se refería al artista callejero como "ése que puso de moda el bardear la ciudad".

Muelle había dejado de actuar en 1993, al considerar que su "mensaje" estaba ya "agotado". Casi todas sus huellas y las de sus epígonos han sido borradas por trabajadores municipales, y sus retoños pintan garabatos inspirados en las nuevas culturas de baile.
Muelle se hizo, literalmente, un nombre en las calles del Madrid de la movida. A partir de 1984 difundió su firma (que arrancaba desde la escuela, por haberse hecho una bicicleta con un muelle gigante de amortiguador) por el perfil estético de la ciudad, a través de miles de pintadas. Primero en el barrio de Campamento, donde vivía. Después por toda la Villa y Corte, e incluso por toda España. Casi siempre con nocturnidad. Al principio sus obras eran meras firmas. Posteriormente empezó a sombrearlas con colores o con dimensiones de profundidad, que le aproximaban a la estética del graffiti neoyorquino. Los años de práctica también le proporcionaron unos sólidos principios éticos. Muelle fue seleccionando sus lienzos, concentrándose en superficies muy visibles, tapias de solares o vallas publicitarias(por las que sentía predilección, ya que consideraba su "mensaje" como un antídoto contra el bombardeo de imágenes que nos invade). Evitaba lugares de interés cultural o natural. Le preocupaba, incluso, el hecho de que los aerosoles que usaba dañaran la capa de ozono. Lo suyo, como él mismo decía, era una historia carismática, democracia cultural en movimiento, corte de mangas al sistema. Voluntad de expresión de un pibe de barrio con ganas de dejar su huella, tanto plástica como sonora (golpear los parches de su batería era su otra pasión).


No admitía bromas al respecto: en diciembre de 1985 Muelle registró su logotipo en la propiedad industrial, y nunca permitió que su nombre quedara vinculado a marca o establecimiento alguno. El dinero para el maletín repleto de rotuladores y aerosoles salía de su bolsillo. Incluso llegó a poner pleitos a un par de agencias de publicidad, acusándolas de haber plagiado parte de su logo. Hasta llegó a denunciar, en junio de 1988,al mismísimo ayuntamiento de Madrid, con ocasión de una ilustración en la revista Villa de Madrid que reproducía su marca. Y es que con el consistorio no parecía llevarse bien. En 1987 fue sorprendido mientras plasmaba su firma sobre el pedestal de la estatua al oso y el madroño, pocas horas después del emplazamiento definitivo de ella en la entonces recién remodelada Plaza del Sol. Multado con 2500 pesetas, Muelle defendió ardorosamente, como un moderno Veronés la validez de su arte callejero ante los tribunales. La repercusión de su hazaña le valió para salir en los periódicos, en una de las pocas veces en que relajó su reacia actitud hacia los medios de comunicación. Un año más tarde, cuando operarios municipales limpiaban la estatua de la Cibeles, todas las cubiertas del andamiaje que rodeaba la estatua aparecieron firmadas por él.
Su actividad transcurrió al margen de las instituciones. Pero éstas son las únicas que pueden preservar lo que queda de su obra (después de haber destruido la mayoría), como el enorme logo en rojo que saluda a la Red de San Luis, varios metros por encima de la acera, a la altura del número 32 de la calle de la Montera. Es una de las pocas pintadas de Muelle que aún existen en la ciudad de Madrid. El concejal de cultura deja abierta la puerta a la conservación de alguna pieza. Pero no es el único protagonista. Muelle también viajó con su arte fuera de Madrid y allá por donde anduvo no se recató en dejar huella. La huella del aerosol.




En Madrid, la mole del depósito de agua que se alza siniestro y gris a la altura de Plaza de Castilla sigue intacto. Todavía no ha sucumbido a los sprays de Muelle. Pero la osadía de algunos seres alcanza cotas insospechadas y cualquier día los madrileños madrugadores pasarán ante la estructura de hormigón y pensarán que aún no se han despertado. Porque un día cualquiera del invierno que se avecina descubrirán en ese portento de la fealdad ingenieril un toque de color, una "M" realizada con un "looping" y una firma en forma de tirabuzón terminado en una flecha. Ese día se habría cumplido el que según afirman es el sueño de Muelle. Arrepentido de anteriores y lacónicas manifestaciones a la prensa, celoso de su propia imagen hasta el punto de desear ser un nuevo caballero inexistente, como el de Italo Calvino, Muelle no quiere que su presencia salga del plano en que se manifiesta su firma, sobre las tres dimensiones de los seres humanos y se personalice. Los recortes de prensa, la policía, los juzgados y el ministerio de Industria, donde ha quedado registrado el nombre para evitar posibles pirateos comerciales, aseguran que tras esa firma colorida y omnipresente se esconde un tal Juan Carlos Argüello, residente en el barrio madrileño de Campamento. Pero Muelle quiere seguir siendo el caballero inexistente; ha cambiado la armadura por una chupa de colores, el alazán por una Vespino petardeante y ya no es un hidalgo "de adarga en astillero" sino de spray en mano.

De niño empezó a ser conocido por los chicos del barrio como Muelle el día en que, según cuenta la leyenda, completó una bicicleta completamente destartalada con un inmenso muelle recogido no se sabe en qué oscuro vertedero. Ahora empieza a ser tan emblemático en Madrid como el oso y el madroño. Precisamente, una pintada en el pedestal de este monumento provocó el descubrimiento de que tras aquella firma fantasma había una persona concreta. Fue un desafío para Muelle, un cebo para que el sereno de la zona se le echara encima y avisara con su walkitalkie a sus compañeros: "Atrapado el Muelle". Siete de ellos acudieron para ver al que hasta entonces no había sido más que una sombra fugaz que dejaba a su paso una estela de color; haciendo caso omiso de unas calles que a esa hora están plagadas de prostitutas y borrachos que salen de algunos de los templos de la posmodernidad, navajeros y yonkis sosegados, los serenos rodearon a Muelle; estaban entonces, según testigos presenciales, como si en una operacióm milimétricamente planeada hubieran capturado al enemigo público número uno.
Este no fue el único encuentro con los guardianes de la ley. Su primera detención se había producido cuando un guarda jurado lo pescó estampando su firma en un cartel publicitario del metro. El juez le puso una multa de 2500 pesetas, una primera multa a la que se fueron sucediendo otras hasta las 12000 pesetas, canjeables por dos días de cárcel, que pagó el mes pasado. En otra ocasión, una noche, se hallaba realizando una pintada en la zona de Embajadores. Notó-cuenta un amigo indiscreto-que había sido controlado por un Nissan de la policía. Saltó a la moto y, callejeando, intentó una huída desesperada. Desembocó en una avenida y...¡Maldición: un semáforo en rojo! Su respeto por las normas de circulación lo puso en manos de la poli.
-¿Eres tú el que estabas haciendo la pintada?
-¿Qué pintada?
-¡Hombre, un dibujo!
-Sí, era yo.
-¿Tú eres el Muelle?
-Sí,¿por qué?
-¿Te importaría firmarnos un autógrafo?

Con su popularidad han crecido los amigos apócrifos y, cuentan, él se divierte tirando de la lengua a la gente que inventa leyendas, inexistentes amistades y supuestas correrías nocturnas spray en mano. No ha faltado quien atribuyó las pintadas a una agresiva e imaginativa campaña publicitaria orquestada por una multinacional; quien aseguró que obedecían a las herméticas maniobras de infiltración de una secta, quien aducía saber de buena tinta que en realidad se trataba del lanzamiento de un nuevo colchón de muelles indeformables. Lo cierto es que una conocida fábrica de colchones llegó a ofrecer cinco millones de pesetas por la marca, oferta que fue rechazada por el grafitero para estupefacción de su madre y orgullo de sus seguidores. No siempre que Muelle se ha visto envuelto en asuntos judiciales ha sido en calidad de denunciado. Según afirma un incondicional de Muelle, un concejal de distrito pone auténtica saña en el borrado de las firmas, llegando los servicios de limpieza enviados por él a respetar otras pintadas realizadas junto a las mismas. En otras ocasiones, los "limpias" del ayuntamiento pasan de todo y respetan sus pintadas. Paradójicamente, este héroe ha llegado a denunciar el uso indebido de su marca en la revista Villa de Madrid, editada por el ayuntamiento. También denunció el plagio de su rúbrica en el lanzamiento publicitario de un coche, pero para alguien que se gasta su escaso presupuesto en rotuladores y sprays resulta oneroso interponer una demanda penal.
El ayuntamiento de Parla llegó a pedirle que impartiera un cursillo de pintadas a los chicos de la localidad para que aprendieran a canalizar sus ímpetus pictóricos sin destrozar el entorno. Y es que Muelle, después de casi una década de aprendizaje práctico, está orgulloso de su respeto ciudadano: sólo pinta en aquellos lugares baldíos, paredes abandonadas, tristes vallas de obras, en los que su impronta no daña monumentos o da un toque decorativo al paisaje urbano. En su casa, además de haber desesperado a su madre por el furor con que decora las paredes, realiza los bocetos y pruebas de color que marcaràn la ciudad; es lógico: una pintada polícroma puede llegar a costarle 5000 pesetas (hablamos de los tiempos de los Novelty y de los "Duplix", ojo, la gente de la vieja escuela sabe lo que costaban esos botes en aquella época). A sus veinticinco años se ha convertido en un famoso desconocido; su casa se llena de niños de los rincones más variados de Madrid que le piden una firma en la camiseta o que convierta sus nombres en un graffiti. Deseoso de mantenerse en el anonimato y, a la vez, comunicarse, ha abierto un apartado de correos, el #####, al que mandan caricaturas, firmas con logos, y cartas de amas de casa, niños y profesores.
Cuentan que se siente feliz con lo que él llama su "carisma" y sólo le preocupa que puedan confundirlo con uno de esos "pendejos" que pintan en cualquier superficie.
(Extraído de un artículo de 1991)


Los llamados flecheros madrileños reperesentan a un colectivo de jóvenes graffiteros madrileños de la época de los 80 que desarrollaron un estilo de graffiti autóctono, desligado por completo del original movimiento de graffiti neoyorkino tal y como hoy lo conocemos.
El término flecheros viene de la inclusión de flechas en sus firmas. Estos tags surgen de forma espontánea y natural, sin referencia alguna al graffiti importado desde los EEUU, siendo el pionero en España Muelle a principios de los 80 y seguido por otra serie de escritores símbolos de una época como Rafita, Max 501, Blek "La Rata", Glub, Remebe, Tifón, Josesa Punk... Con una filosofía de graffiti definida, en parámetros generales, por un respeto a los monumentos y lugares artísticos y por el emplazamiento arriesgado de sus pintadas, generalmente en céntricas calles o autopistas. Se caracterizaban, además, por el hecho de engordar su firma añadiéndole bordes, brillos y sombras para hacerla destacar. Ésto le confería un estilo específico y una gran personalidad a la insignia de cada uno.



Un dato importante a destacar es, como ya se ha dicho, la desvinculación de estos graffiteros con el graffiti proveniente de EEUU (el cual ya llegó a Europa dentro del paquete Hip Hop). Nos encontrábamos así con que muchos de estos graffiteros eran heavies, rockeros o símplemente no pertenecían a ninguna tribu urbana, en contra de lo que pasaría en la llegada de la segunda oleada de graffiteros a principio de los 90, donde este movimiento estaba más ligado al rap y en general al movimiento Hip Hop

lunes, 7 de abril de 2008

Historia del graffiti



Se llama grafiti, grafito o pintada (del inglés graffiti o graff) a varias formas de inscripción o pintura, generalmente sobre propiedades públicas o privadas ajenas (como paredes, vehículos, puertas y mobiliario urbano, especialmente pistas de skate).

Etimologicamente este termino es compuesto, proveniendo del termino grafía, escritura y su terminación, -ity, de city en inglés, es decir, ciudad, por lo que alude directamente a la necesidad del desarrollo de esta actividad en zonas urbanas. El escribir en la ciudad. Por lo que cualquier tipo de signo, símbolo o concepto escrito en lugar público se puede considerar graffiti. Su función sea estética, política, reivindicativa, territorial.. marcará posteriormente el tipo de graffiti del que se trata, pudiendo ser desde un graffiti o pintada política a un graffiti hip hop, que es a lo que comunmente la gente denomina graffiti.

Pero este blog se centra únicamente en la parte artística del graffiti. En este blog las pintadas con algun tipo de fin, ya sea político o territorial son simplemente eso, pintadas en la calle.

Esta expresión artística del graffiti tiene su origen en el Nueva York de los años 60 o según ptras fuentes en Fliadelfia. Lo que si está claro es que nacio bajo la influencia del Hip-Hop, es más, nació como uno de los cuatro elementos de esta cultura suburbana.

Graffiti moderno (1960-1970).En 1960, Cornbread, de Filadelfia, junto con su parther "Kool Earl" ayudaron a definir el papel del graffiti (bombing) y el getting up; una parte principal de aquel papel era la fama. Cornbread comenzó a grafitear, para llamar la atención de una muchacha que le gustó, con unas firmas (tags). Pronto esto se le volvió una misión a tiempo completo, tanto que se otorgó una corona, que colocó en su tag. Las proezas de Cornbread pronto fueron registradas por la prensa negra, creándose una retroalimentación entre ambas: cada tanto los periodistas sugerían una idea que realizaría Cornbread. Por ejemplo, alguien mencionó que sería fantástico que alguien pusiera un tag en el jet de Jackson Five cuando aterrizara en Filadelfia. Cornbread lo hizo y la prensa lo publicó. Hacia finales de los años 60 una subcultura había nacido en Filadelfia que tenía su propio estilo: letras largas con bases sobre el interior. Años más tarde, cuando esto llegó a Nueva York, fue llamado Elegante Broadway. La única cosa que faltaba del movimiento de Filadelfia era la prominencia del metro. Cornbread dejó de pintar en 1972.

A finales de los años '60, en 1967, se vio una explosión de nombres sobre edificios y paredes en todas partes de la ciudad, grupos de grafiteros tejían su camino por los lemas políticos que reflejaron el cambio social de una nación. El signo de la paz era seguramente ubicuo alrededor de recintos universitarios de colegio. La militancia negra fue vista con mensajes pintados a spray de: Free Huey (Huey libre) y de Off Tha' Pig (‘abajo el cerdo’; en la jerga, «cerdo» significa ‘policía’). En la mayor parte de los barrios donde las vecindades eran de mayoría puertorriqueña, había banderas de esta nacionalidad pintadas por todas partes con la expresión; Viva Puerto Rico Libre.

En la primera generación de Nueva York, los grafiteros eran distintos en esto ya que ellos se asignaban un número al nombre que habían escogido. La mayor parte de los números reflejó la numeración de la calle en la que los autores vivían, por ejemplo: Taki 183, Franquean 207, Tree 127, Julio 204, Cay 161, Junior 161, Eddie 181; eran todos los grafiteros del lado superior del oeste de Manhattan, en la mayor parte de historias del temprano grafiti en Nueva York. En los otros distritos municipales por lo general se hicieron pequeños cambios, pero no hay que negar que Lee 163 del Bronx, y Undertaker Ash y Friendly Freddie de Brooklyn y muchos otros han jugado un papel tan significativo como sus colegas de Manhattan.

Curiosamente todo nació por el amor a una chica y termino siendo la firma de cada tribo urbana incluyendo esloganes y propuestas políticas.

Con el tiempo el graffiti fue evolucionando y se crearon multitud de estilos que iremos viendo a medida que este blog vaya creciendo.

Por último no se puede dejar de hablar del Tag. Y ¿qué es el tag? Es una firma o un acrónimo de una persona o un grupo de personas, generalmente Crews. Para los tags con el nombre de la Crew se suelen utilizar abreviaturas o simplemente las siglas. Aunque un tag comprende mucho más que una simple firma; es una manera de expresar un estilo propio mediante un apodo o alias, pues en muchas partes del mundo el arte callejero es ilegal, y en muchos casos no se alcanza a concretar un graffiti en su totalidad, es allí cuando entra en utilidad el tag, una forma rapida y poco peligrosa de expresar un propio estilo al momento de graffitear. Es así como se identifica un graffitero.

Es muy fácil diferenciar un tag de una persona que lleva tiempo o que practica mucho del de otra que no sabe. No solo se trata de complejidad, sino de estilo.

Hacia 1971, el tagging, o hitting, como lo conocían, comenzó a entrar en los trenes del metro de la ciudad de Nueva York; en 1971 las primeras firmas aparecieron sobre el exterior. Las tempranas firmas por lo general eran hechas con un marcador tal como el grafitero salió del tren, haciendo un estilo fácil de leer y rápido. El estilo comenzó a desarrollarse con taki 183" , que fue el primer grafitero que unió sus letras juntas para así convertir su firma en un logo. Otros grafiteros tomaron ese estilo, tales como: Scooter, Stay High 149, Cool Cliff 120, Tracy 168, Bug 170, Spin, y Phase 2. Los días de simplemente pintar sus nombres habían terminado.

Los grafiteros hicieron sus propios cocheras y apartaderos donde dormían en los metros, los exteriores de los trenes serían bombardeados de la noche a la mañana; y Joe 136, de Manhattan, se coronaría como el primer rey de la línea. Lee 163 fue el el primer grafitero en firmar cada vagón de la línea del Bronx, mientras los demás grafiteros veían cómo rebotaban de un lado a otro de la línea sus vagones. Incitados por esto, Phase 2 y su primo comenzaron a pintar todos los vagones convirtiéndose en los primeros reyes en el Bronx.

En un giro irónico, los primeros reyes de Brooklyn eran el grupo The Ex Vandals. El primer grupo de grafiti fue comenzado por Snake 1 y por Stitch 1 y fue llamado la esquina donde ellos pasaban el rato reunidos; Writers Corner 188 (Esquina de grafiteros 188), o WC 188. Si se andaba con ellos y pintaba entonces se tenía el honor de firmar el nombre del grupo después de su nombre.The Ex Vandals fue creado en Brooklyn con el objetivo exclusivo de misteriosamente despertar el nombre de la noche a la mañana. Grafiteros legendarios como Dino Nod, Lazar, y Wicked Gary representaban al grupo de la forma más agresiva poniendo en cualquier lugar su firma y luego la del grupo. Ellos eran los más famosos desde sus respectivos barrios hasta los barrios vecinos, a los que venían por turismo (ir a pintar otros barrios); ponían su firma en los lugares más altos o inaccesibles. Otros grafiteros que se ganaron la fama en 1971 fueron las primeras mujeres en entrar en las filas del grafiti, Eva 62, Barbara 62; Michele 62 se les unió más tarde. Ellas grafitearon en todas partes de la ciudad tanto o más como algunos de los mas importantes grafiteros del momento.